A punto de embarcarnos con Noé, su familia, su zoo, entran todos en el arca, que luego el mismo Yahvé cierra con sus propias manos.
Terminado el diluvio, Yahvé, aplacado, siente un “grato perfume” y declara que no habrá más destrucción de personas o animales. A Noé, el primer borracho, lo festejó espléndidamente G. K. Chesterton en un poema en el que el más justo de su generación canta como estribillo:
“no me preocupa donde va el agua si no se mete en el vino”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario